Francisco
Salzillo (1707-1783) es reconocido en todo el país como uno de los maestros del
arte barroco. Este escultor murciano, dedicado por entero a la imaginería
religiosa, tuvo un amplio desarrollo artístico que coincide con el
reavivamiento de la Catedral de Murcia a mediados del siglo XVIII. Esta
relación, casi diseñada para prolongarse en el tiempo, nos da como resultado en
la actualidad la presencia de tres de sus obras en el Museo de la Catedral.
Estas se encuentran en la Capilla de San Jerónimo, descubierta durante las
obras del Museo en 1966 y restaurada posteriormente, en compañía de dos cuadros
de José de Vergara, pintor valenciano.
En
primer lugar, tenemos el Medallón de la “Virgen
de la Leche”, un trabajo de madera labrada y policromada en un soporte
elíptico y con un marco dorado y tallado con cortinajes decorativos. En él
aparece la Virgen María, de cara infantil, que ofrece su pecho al Niño Jesús,
que a su vez juguetea con San Juan Bautista. La composición la completan una nueva
y un ángel que aparecen por el fondo. Normalmente se establecen similitudes
entre este diseño y el cuadro de Correggio (h.1525) que se expone en el Museo
de Bellas Artes de Budapest, y se lo presupone una copia exacta de una pintura
existente en la iglesia de San Juan (Murcia), de finales del siglo XVII o
comienzos del XVIII, mientras que la pieza de Salzillo se ubica en la década de
1740.
La
segunda pieza es el Crucufijo que se encontraba en el Facisto del Coro de la
Catedral, representando la clásica escena de Jesús agonizante, mirando al cielo
y quejándose del abandono de su padre omnipotente. Su tenso cuerpo transmite el
esfuerzo de elevarse, completando la estampa de su agonía con la boca
entreabierta y los ojos angustiosos. A sus pies, aparece una calavera medio
devorada por los gusanos. Ha sido blanco de multitud de elogios por su
irreprochable exactitud anatómica y su cuidada policromía.
San Jerónimo Penitente, de Francisco Salzillo.
Fotografía: Museo de la Catedral.
La
última de las piezas es quizás la obra cumbre del escultor murciano: su San
Jerónimo Penitente, que fue trasladado a la Catedral desde el Monasterio de los
Jerónimos de La Ñora, para el que fue tallado en 1755. Jerónimo está
arrodillado e iniciando el movimiento de polpearse el pecho, con una piedra
amenazante en la diestra y un Crucifijo en la siniestra, alarde este último de
precisión por la calidad del Cristo labrado. Aparecen también muchos de los
elementos típicos de sus representaciones, como la calavera, el león, el libro
y el sombrero, siguiendo la tradición iconográfica del siglo XV. Sobre el
impacto psicológico y emocional de esta pieza, José Sánchez Moreno escribe: “Fluyen
en esta imagen humanidad y santidad; un desnudo portentoso de anatómicos
detalles jamás logrados por ningún escultor, y una expresión de vida interior
dificilísimas de expresar con los pinceles y casi inabordable con las guías.”
"San Jerónimo" de Palma el Joven (1544-1628).
Ejemplo de la iconografía de San Jerónimo.
Para
ampliar:
-Roldán Prieto, A. (1973). Guía histórico-artística de la Catedral y su museo. Murcia:
Sucesores de Nogués.
-Sánchez
Moreno, J. (1944). Vida y obra de
Francisco Salzillo (Una escuela de escultura en Murcia). Murcia: Editora
Regional Murciana. Aquí un fragmento. La Virgen de la
Leche se encuentra en la página 147 y San Jerónimo en las páginas 151-152.
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